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Ismael Arenzana
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noruega
Viajes
2008-08-23T21:38:00Z 2097-01-23T19:09:00Z https://arenzana.org/?p=91 91 This is Norway! /2008/08/this-is-norway/

Hacía unas tres horas que habíamos salido y tras diez horas de vuelo (bueno, quizá sólo fueron tres pero a mí me parecieron algunas más) y nuestro primer contacto con seres noruegos se producía en el aeropuerto: definitivamente habíamos llegado.

A la pregunta de “podemos beber agua del baño?” un gran hombre (de tamaño) responde “Of course: this is Norway!”. Sabíamos que habíamos llegado a un gran lugar donde, entre otras cosas, podríamos beber agua del retrete. Esto prometía.

Después de diversos avatares terminaríamos en carretera, una vez más, en dirección a la Tierra Prometida una tierra de grandes montañas, verdes praderas y ríos con corrientes de fresca agua dulce. Lo único que sabíamos es que una mujer nos recibiría. La mujer del dueño. El debate quedaba abierto; se aceptaban apuestas y ninguna de ellas le echaba menos de 40 años a la moza. Pero de la esperanza también se vive supongo. Tras llegar al acuerdo de que la mujer no bajará de los 45 años pasamos a pensar en otras cosas (como si estará dura la cama donde dormiremos o si el pueblecillo sería en realidad un polígono industrial del sur de Madrid).

Tras 11 horas de carretera habíamos llegado a la Tierra Prometida: nuestros cuerpos pedían bebida y nuestras mentes también. A la salida de la mansión había un viejo coche rojo aparcado; debía ser el de la hermana de la dueña y si el coche es el reflejo de las personas…. este pertenecía a una momia milenaria expuesta en el Museo Británico. Sin esperarlo una de las puertas de la casa se abrió y una melena rubia se asomó sinuosamente entre los verdes prados de…. bla bla bla: Todos habíamos perdido la apuesta. Y el coche tampoco es el reflejo de las personas; al menos no de todas. La ventaja de ser el único que habla inglés dentro de un grupo con suficiente fluidez como para pedir un café y ser capaz de marcar la diferencia entre un cortado y con leche te hace ganador de muchos privilegios; como el de ser el primero en saludar a la rubia nórdica (o pedir que te echen 20 euros de gasolina). Fuimos haciendo inventario y nos explicó los pequeños detalles de la casa. “Acompáñame al sótano” me dijo mientras me miraba a los ojos. Me parecía que iba demasiado rápido; pero estoy en otro país y siempre debo ser yo quien se adapte a la nueva cultura. Para mi sorpresa sólo quería revisar el contador de la luz conmigo; creo que se cortó un poco en el último momento. Como en algún momento de la visita mencioné a Antonio vagamente “ya es nuestra”. Al igual que la canción de James Blunt no sé si volverá a aparecer; pero seguramente sí. Y estaremos preparados.

Os mantendré informados respecto a nuestras batallitas.

Namasté.